Natanael Cano, el joven que quiso cambiar el rumbo de la música mexicana y lo logró
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Natanael Cano, el joven que quiso cambiar el rumbo de la música mexicana y lo logró

Jun 30, 2023

La melodiosa voz de Natanael Cano sale de un pequeño camerino del Auditorio Nacional de la Ciudad de México. Canta No volveré, de Antonio Aguilar, mientras sus músicos, acurrucados a su lado, versionan los ritmos del clásico ranchero. Aún faltan unos minutos para que las 10.000 personas que llenan el emblemático recinto escuchen sus canciones. Durante la tarde, los alrededores del auditorio se han llenado de jóvenes vestidos del mismo modo: ropa urbana con algún detalle de las iniciales CT, en referencia a los corridos tumbados, una variedad de música mexicana. En 2019, Cano dio inicio al subgénero con Corridos Tumbados, el álbum que ha solidificado la posición de la música mexicana en el panorama global actual. Canó tenía entonces 18 años. Fue el efecto dominó de un joven que cubría los tradicionales corridos en los pasillos de su escuela.

Se traslada a otra habitación detrás del escenario y termina de cantar la canción a capella. En el tren de la ausencia parto, mi billete no tiene retorno.... Se sienta en un sofá. Lleva una sudadera cubierta de pedrería y dos collares con aún más. Da unos sorbos de un vaso medio lleno. "Estoy nervioso. La Ciudad de México siempre es un poco difícil para mí. La altitud aquí es muy diferente y te cansas rápidamente. Compré un tanque de oxígeno para aguantar el concierto”, dice, mientras los músicos siguen tocando ritmos en la otra sala. En unos minutos cantará sus corridos en el icónico escenario del auditorio, todavía sosteniendo su vaso de papel y respirando profundamente dos veces del cilindro de oxígeno, al que se refiere como Marquitos.

El cantante inició el movimiento de los corridos tumbados cuando solo tenía 18 años. El subgénero fue desarrollado por artistas como Ariel Camacho y Crecer Alemán, dos de sus inspiraciones. “Mucha gente me dice: 'Oh, comencé a escuchar corridos gracias a ti'. Cuando éramos niños los corridos no eran muy famosos y la gente no los reconocía: nadie importante los cantaba. En realidad, mi objetivo era cambiar esa mentalidad en la gente de nuestra época. Nos dijeron que los corridos eran menospreciados y nos excluyeron. Siempre quise demostrar que los corridos son jodidamente geniales”, explica casualmente.

Los corridos tumbados nacieron adaptando los corridos tradicionales (narración de historias con ritmos de vals y polca) a la escena actual, dominada por géneros como el rap y el reggaetón. La mezcla dio como resultado un subgénero en el que se describen la búsqueda de placer, el consumo de drogas y la guerra, lo que también ocurre en la música trap. Todo ello con los instrumentos sonoros orgánicos propios de la música mexicana: más viento en algunos casos (el norteño) y más cuerdas en otros (el sierreño). “Me concentré en ponerle otras letras a los corridos más juveniles, desde que era todavía un niño. Empecé a captar la atención de esa audiencia. Creo que hemos tenido una gran influencia en cambiar esa parte de la historia, en hacerle saber a la gente que este género no es una broma, que es un género de respeto. Y ya es el número 1”, afirma contento tras ver el éxito que está cosechando. Listas de referencia mundial como la de Spotify han dado cuenta de ello, con una aparición sin precedentes de varios temas mexicanos en su Top 50 mundial.

Un artista cuyo nombre aparece una y otra vez en el catálogo es Peso Pluma, el mayor ejemplo del subgénero. Hassan Kabande (su nombre real) aseguró el éxito de la música mexicana con colaboraciones como la del pasado miércoles, con el popular productor argentino Bizarrap. Las sesiones de música de BZRP vol. 55 mostró más sonidos mexicanos que los ritmos electrónicos a los que está acostumbrado el productor. Y en menos de 24 horas contaba con más de 20 millones de reproducciones en Youtube. El nombre de Natanael Cano ha quedado en un segundo plano, algo que parece generarle más orgullo que envidia. “Me da placer y me encanta. Al final estamos creando música en el mismo género. Me sentí un poco aburrido antes; No había otros artistas [haciendo corridos tumbados], solo estaba yo. Luego estos otros grupos salen con corridos y levantan la bandera, apoyando lo que nosotros queríamos que apoyaran. No podemos ver nada malo en eso. Estamos agradecidos por todo”, afirma.

Afuera del auditorio, fanáticos vestidos con chaquetas de béisbol, camisetas de marca, zapatillas de deporte y peinados desteñidos, le piden a la madre de Cano que se tome algunas fotografías con ellos. El cantante ha invitado a su familia y algunos amigos. Es un concierto especial y otros artistas subirán al escenario con él. En otro camerino está Yahritza Martínez, de 16 años, y sus dos hermanos, Armando y Jairo. Juntos forman Yahritza y su Esencia, un grupo regional mexicano que ha comenzado a crecer y ya logró su primer Disco de Oro por el tema Frágil. “Para mí él [Cano] es una inspiración, cuando yo era pequeña ya veía sus videos de cuando jugaba en la escuela. Y ahora ver un concierto con entradas agotadas en un escenario tan grande... Es una inspiración, de verdad”, dice Yahritza.

La primera nota enloquece a las 10.000 personas que han llenado el auditorio. El cantante aún no ha subido al escenario. Los gritos suenan más fuertes cuando Cano, vaso en mano y con una gorra que dice CT, sube al escenario. Se mueve por la arena, se sube al asiento decorado como el Trono de Hierro de Juego de Tronos, da las gracias y iza la bandera de los corridos tumbados: “¡Si lo sabes, canta!” A mitad del concierto, se sienta al borde del escenario y canta Diamantes: Mi madre no sufre y ahora luce diferente. No se preocupa, porque ya no hay ningún pendiente. Traigo la muñeca bien repleta de diamantes... (Mi madre ya no sufre, y ahora se ve diferente. Ya no se estresa porque no hay preocupaciones...). Su madre se acerca al escenario y le da un beso, dejándole una marca de labial rojo carmín en la mejilla.

El niño que caminaba por la escuela con una guitarra tocando canciones como El Gross de Virlán García ha llenado el icónico auditorio de la Ciudad de México. En el camino, ha habido fuertes críticas por las referencias al narcotráfico, que han empañado en repetidas ocasiones la imagen del cantante. “Siempre fui un artista que no se centraba en el narcotráfico. Por eso los llamé corridos tumbados. Hablan de mi vida personal, de lo que estoy pasando. Marqué bien esa línea desde el principio”, dijo a los medios hace unos meses, cuando anunció su concierto. En sus colaboraciones, sin embargo, siguen apareciendo referencias: JGL, iniciales de Joaquín El Chapo Guzmán; Ch y la pizza, un juego de palabras con el concepto de chapiza, brazo armado de El Chapo; y la mención de armas de fuego y descripciones de tráfico de drogas — Y bien forrados los paquetes van. Noy hay pendiente, no puedo fallar. (Los paquetes están todos alineados, ya no queda nada, no puedo fallar), en la República Popular China, por ejemplo.

Cano inició oficialmente los corridos tumbados a los 18 años. “Mucha gente me da crédito por eso, pero en mi línea de tiempo hubo algunos artistas que reconocí, pero que, la verdad, no pudieron llevar este género a otro nivel. Sin embargo, son artistas que admiré, que trabajaron muy duro en su momento. Yo también vengo de allí. La única diferencia es que no hicieron una canción internacional”. El músico hermosillonense hace referencia a artistas como Ariel Camacho, quien falleció a los 22 años en un accidente automovilístico.

La escena musical en la que la música regional mexicana está cobrando fuerza se ha visto eclipsada principalmente por géneros urbanos como el reggaetón o el trap, además del pop.

— ¿Cuál fue su base para cambiar el concepto tradicional?

— No escuchaba música cuando comencé a escribir los primeros álbumes. Yo solo estaba escribiendo el mío. Eso me ayudó a tener un flow, un sonido diferente, lo mío. No sabía lo que otros estaban publicando en ese momento. Cuando sabes lo que está pasando en la calle, automáticamente vas al estudio y haces algo similar.

Sólo faltan unos minutos para que tenga que subir al escenario. “¿Puedes pasarme el vaso?” él dice. Toma un último trago. Mira uno de los televisores del vestuario. Muestra a Gabito Ballesteros actuando, calentando al público en el auditorio. Se mira al espejo y se peina. Cano regresa a la otra sala, donde los músicos no han dejado de tocar. Son las 20.45. Sube al escenario, empieza a cantar y las 10.000 personas se unen: Me la navego en todos lados, siempre con ojos tumbados. En la bola destacada, siempre piso con cuidado.... (La navego con los ojos entrecerrados. Conocido en la escena, camino con cuidado...).

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